Hacia el año 5 antes de Cristo, durante el gobierno del emperador romano Octavio Augusto, y reinando en Judea el rey Herodes, nació en Belén de Judá un niño al que se le puso por nombre Jesús, quien, con el tiempo llegaría a ser el fundador de un movimiento religioso, el cristianismo. Los Evangelios afirman que Jesús nació en la época de Herodes. No hay exactitud en cuanto al día de su nacimiento, solo se sabe que era invierno o que hacia frio. Aunque vivió en un lugar remoto dentro del Imperio Romano, Palestina, un lugar casi desconocido por el resto de la humanidad, fuera de un reducido grupo de discípulos y de amigos, su mensaje y su doctrina traspasaron los estrechos limites territoriales.
Jesús, llamado también Cristo por sus seguidores, y de ambos nombres el compuesto habitualmente utilizado, Jesucristo, ha dejado una huella en nuestra cultura occidental. Su persona y doctrina originarían un poderoso movimiento espiritual, de resonancia universal, que dio solución al problema del destino humano y que aún luego de veinte siglos de haber pasado por la Tierra, sigue influyendo de manera decisiva en millones de personas esparcidas por todo el mundo.
Roma tomo el control directo y total del gobierno palestino, luego de destruir el Templo de Jerusalén, que era el símbolo de la unidad y fe del pueblo Judío.
Entre ellos se encontraban los sacerdotes y la casta de los saduceos. Estaban dotados de una mentalidad amplia y liberal en cuestiones religiosas. Mientras que en el lado opuesto estaban, los escribas y fariseos. Estos seguían estrictamente las doctrinas judías, conocidas también como La Ley de Moisés. Estos mas tarde se apegaron excesivamente a la letra de la ley, olvidando su espíritu, por lo que en repetidas ocasiones fueron objeto de duras criticas por parte de Jesús.
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